Y como de casualidad, lanzo puntas al aire, sabiendo que miras para arriba y estás a la intemperie;
como esperando que estas vuelen y te alcancen, como queriendo que sepas que no es posible que andes por ahí,
campante y con las últimas páginas de mi libro arrugadas en tu equipaje.
La caja, quizá la botaste. Llena de pensamientos y promesas hechas de furor y castillos de naipes.
En el sueño te cuelas, donde no tienes nada que hacer, atrevido,
haciéndome creer que estabas a kilómetros,
removiendo la teoría absurda de que tal vez es una revelación de tus verdaderos colores.
Mejor quédate allá y que sea el mismo que cerró el arca aquel que concluya los capítulos que tú no quisiste escribir.
Sinceramente,
Virginia L.
Que hermoso