Infinitas, a veces apacibles y otras con violenta fuerza, son las olas de la playa que mojan mis pies, mientras que entre los dedos se me cuelan millones de granos de arena.
Es el viento, como besándome la cara, que en mí provoca una mirada inundada de recuerdos, también una que otra “filosofada”.
Nunca falta el cliché de dibujar en la arena (un viaje a la playa no estaría completo si no lo hiciera), tu nombre, mi nombre y a veces corazones.
Así son tus palabras que por dentro me resuenan, como corazones dibujados en la arena, hermosos, especiales y fugaces como las olas que van y vienen y los deshacen…como agua salada que en un pestañeo arrastra con facilidad lo que estaba silueteado; como una expresión de las ilusiones pasajeras que volaron.