Por Virginia Larrazábal
El popular dicho versa “Nadie sabe para quien trabaja”, bueno, la infalible palabra de Dios dice: “Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses3:23)…
Trabajar para Dios es lo más seguro que tenemos y aún nos quejamos, en muchas oportunidades, de la obra que nos encomienda, del lugar donde nos ha puesto. A veces las excusas florecen y se anteponen, pero…para los que perseveran, el galardón es gigantezco y ¡¡¡Su plan de jubilación no es de este mundo!!!
Gracias Señor, por las grandes y pequeñas cosas que hago para ti, por tu misericordia renovada esta mañana y tu Espíritu que redargüye al mío para hacer las cosas con excelencia. Gracias por llamarme para el ministerio. Aleluya, para siempre